SANIDAD MILITAR

Aportaciones a la sociedad

La sanidad militar a lo largo de la historia

Hay que calificar de sensacional la conferencia sobre «Sanidad militar» que este 8 de octubre dictó nuestro vicepresidente y fundador de la Hermandad de Veteranos del Regimiento de Infantería «Inmemorial del Rey» nº 1, Santiago Santos Sánchez. Le dio un repaso muy interesante a la historia de esta desconocida rama de la actividad castrense, recorriendo lo más sobresaliente en hechos, batallas y personajes de los últimos siglos.

El aforo de la limitada sala destinada a estos menesteres en el centro cultural de Chamberí estuvo nutrido, además del público habitual, con una docena de veteranos de la Hermandad, que disfrutaron de las tesis de Santiago elaboradas tras arduo trabajo de investigación en los legajos militares, lo que le ha llevado meses para resumir en 50 minutos de charla el devenir de los desarrollos médicos, sus protagonistas y su trabajo en los territorios en conflicto.

No voy a elogiar de nuevo las dotes de excelente y ameno divulgador del ponente porque son harto conocidas de los lectores, después de sus innumerables intervenciones buscando siempre ensanchar las fronteras del conocimiento de los hechos militares a lo largo del tiempo y fomentar de paso las bondades y la historia del Regimiento al que un día pertenecimos y al que seguimos enganchados por fidelidad, afecto y orgullo. Sólo recordaré que su erudición viene avalada por la experiencia de haber sido empresario y por su formación, al haber estudiado la carrera de Márketing y Gestión Comercial en ESIC, además de haber ejercido de profesor, director de curso y director de programas en la Escuela de Organización Industrial (EOI).

Esta ponencia, titulada «Sanidad militar y sus aportaciones a la sociedad» se une a las ya pronunciadas en diferentes ocasiones y foros: «Origen y evolución de los símbolos nacionales», «Los Tercios españoles y el Milagro de Empel», «La expansión territorial y cultural de España en América», «RINF “Inmemorial del Rey” nº 1. Desde sus orígenes hasta nuestros días», «Ejército y empresa. Aportaciones al mundo empresarial», etc.

El Cuerpo de Sanidad Militar

Entrando en materia, Santiago fue presentado a la audiencia de Santa Engracia por el animador del centro de Chamberí Alejandro García, que dio paso a la intervención del conferenciante, de cuya amplia exposición este texto es un resumen general. Las vitaminas del jugo sólo es posible absorberlas asistiendo en directo a las explicaciones y anécdotas de Santiago, por lo que es recomendable no perderse sus conferencias.

Para empezar, el autor de la ponencia afirmó que en el Instituto de Historia y Cultura Militar le propusieron abordar este tema y se remangó para afrontar el reto, lo que no fue fácil dado el volumen de la documentación a consultar. Se tuvo que emplear a fondo para que el resultado fuera satisfactorio.

—Como cada historiador cuenta su versión y todas son diferentes –contó Santiago–, cuanto más profundizas en un hecho histórico, más dificultades encuentras. Al final, tienes que hilar muy fino para saber con qué quedarte.

Habló de los antecedentes de la sanidad militar y de su misión: realizar las labores necesarias para el mantenimiento de la salud de las fuerzas armadas y de la población. Esto se viene haciendo desde tiempo inmemorial, puesto que en las civilizaciones antiguas, por ejemplo, en la época de los egipcios, ya se hacían trepanaciones. Inició su alocución recordando la España medieval en la que las mesnadas contaban con los cuadrilleros, que eran «hombres buenos que curaban». Con el rey Fernando III comenzaron a utilizarse las tiendas para guarecer a los heridos en campaña, y con Jaime I y Alfonso X entraron en acción los apotecarios, que acompañaban a la tropa con vendas y ungüentos. Los Reyes Católicos crearon la figura del proto farmacéutico y los Austrias regularizaron su ejercicio profesional. Los farmacéuticos compraban y administraban las medicinas bajo la vigilancia de un médico.

—El primer hospital militar de campaña se puede establecer en la batalla de Toro, en 1476 –dijo el orador.

Contó la anécdota del rey Sancho I de León, que fue depuesto como monarca debido a su extrema gordura (240 kilos) y recuperó el trono gracias a su abuela la reina de Pamplona, que buscó ayuda en la corte del árabe Abderramán III y en el médico judío Hasday Ibn Shaprut, que logró sacarle de la obesidad mórbida rebajándole de peso.

—La medicina árabe –afirmó Santos– brilló con dos famosos médicos cordobeses del siglo XII: Averroes y el judío Maimónides, que llego a ser médico personal de Saladino, el sultán de Egipto.

España en el nuevo mundo

Habló de los primeros hospitales del nuevo mundo, al poco de haber conquistado Nueva España, y mencionó los de San Nicolás de Bari, de 1508, San Lázaro, de 1521, Real del Amor de Dios, de 1541, y el Hospital Real de Naturales, de México, de 1553.

—Once años después de conquistar América, los españoles construimos un hospital. Y vienen ahora los mexicanos a tocarnos los recuerdos diciendo cosas que no se sostienen desde ningún punto de vista –dijo Santiago, en tono vehemente y cargado de razón.

Felipe II fue el siguiente monarca en ser mencionado por el conferenciante porque a él se deben las normas de «actuación del médico, el cirujano, el boticario, el veterinario, el barbero y el sangrador», establecidas ante la necesidad de desplegar hospitales de campaña a lo largo del imperio. Santiago habló de las vidas y logros de importantes médicos como Andrés Vasallo, que acompañó a los reyes Carlos I y Felipe II y se le considera fundador de la anatomía moderna, o Dionisio Daza Chacón, que ejerció la cirugía en la Batalla de Lepanto y atendió al mismísimo Cervantes, siendo el autor del manual «Práctica y teoría de la cirugía».

En la proyección se mostró un grabado en el que un cirujano armado de un serrucho se cepilla la pierna de un herido, rodeada la camilla de sanitarios que le mantienen inmovilizado.

—Es el infante Blas de Lezo –dijo Santos–. ¡Y le cortaron la pierna sin anestesia!

Con los borbones llega Felipe V para reorganizar la asistencia en hospitales y regimientos, consignando que en cada hospital habría «un médico, un cirujano mayor, dos ayudantes de cirugía y doce practicantes».

—El primer reglamento sobre servicios sanitarios del Ejército fue promulgado por Felipe V en 1721. Es la carta fundacional del Cuerpo de Cirujanos Militares –aportó el autor.

Pedro Virgili Bellver ejerció como cirujano del Ejército y, en sus viajes a América, como cirujano de la Armada, y fundó el Colegio de Cirugía en Cádiz. José Queraltó i Jorba fue el primero que enseñó a curar heridas por armas de fuego con vendajes y calmantes. Antonio Gimbernat y Arbós creó, en 1771, el Real Colegio de Cirugía de San Carlos y aplicó una técnica para la cirugía de la hernia crural. Francisco Javier Balmis se interesó por las enfermedades venéreas y Carlos IV le envió a América a propagar la recién descubierta vacuna de la viruela.

—Fue la primera misión sanitaria que ha conocido el mundo –según Santiago–. Igual que la primera enfermera de la historia que participó en una misión internacional, en 1803, fue Isabel Zendal, que también llevó la vacuna de la viruela a América portándola en 22 niños infectados.

La Guerra de África y Mariano Gómez Ulla

Otros médicos militares señalados por el ponente por sus hazañas sanitarias fueron: José Salvany y Lleopart, que realizó más de 150.000 vacunaciones en América; el capitán Santiago Ramón y Cajal, destinado en Cuba, que recibiría el Premio Nobel en 1906; y el teniente médico Rogelio Vigil de Quiñones, que estuvo con los «últimos de Filipinas» en Baler y luego en la Guerra de África. Respecto a ésta, y entrados ya en el siglo XX, el vicepresidente de la Hermandad reseñó las refriegas sanguinolentas de El barranco del lobo, en 1909, del Desastre de Annual, en 1921, y del Desembarco de Alhucemas, en 1925, y resaltó a un personaje desconocido que dirigió una misión de ayuda para atender a los heridos de esta guerra y abrió dos hospitales en Melilla, uno en Larache y otro en Tetuán: la Duquesa de la Victoria, María del Carmen Angoloti y Mesa, que sería, a partir de 1939, presidenta de los hospitales de la Cruz Roja en España.

Fidel Pagés Miravé fue el siguiente protagonista de la prédica de Santiago Santos. Desde el Cuerpo Médico del Ejército fue a África, después fue comisionado para inspeccionar los campos de prisiones de Austria-Hungría durante la I Guerra Mundial y, finalmente, inventó la anestesia epidural. Siguiendo con el repaso de los militares que ennoblecieron la profesión sanitaria, el autor de la conferencia se refirió a Mariano Gómez Ulla, que fue director de cirugía en las campañas de Marruecos y participó en el mencionado Desembarco de Alhucemas coordinando la asistencia sanitaria y la evacuación de heridos a lomos de mulos.

—Fue cirujano del hospital de Carabanchel –dijo Santos–. Le condenaron a muerte en 1938 y se salvó gracias a un intercambio de prisioneros, organizando después los servicios de cirugía de la División Azul.

El ponente afirmó del militar Leandro Martín-Santos que era su tío y, ejerciendo de director del hospital de Larache, mejoró la atención de las «heridas de vientre». Llegada la Guerra Civil participó en el frente de las batallas de Madrid, Brunete, Belchite, Teruel y en la del Ebro, y al acabar el conflicto escribió el libro «Manual de cirugía de guerra».

—Leandro Martín-Santos era el padre del psiquiatra Luis Martín-Santos –afirmó Santiago–. Mi primo escribió un libro que le hizo famoso [autor de Tiempo de silencio, considerada una de las mejores novelas españolas del siglo XX].

Manuel Bastos Ansart participó en la guerra del Rif y creó un nuevo medicamento, el Salvarsán, y durante la revuelta de Asturias del 34 trató las fracturas abiertas con los yesos Tobruck, creó el primer instituto ortopédico de inválidos y desarrolló el «Método español» para tratar heridas de guerra, junto con el también médico militar Josep Trueta i Raspall. Por su parte, Frederic Durán-Jordá creó un método para transfundir a distancia las donaciones de sangre, que puso en marcha en la Guerra Civil y en la II Guerra Mundial.

Misión española en Vietnam

El autor de la ponencia desveló a su atenta parroquia un hecho desconocido: la ayuda sanitaria que prestó España en la Guerra de Vietnam, enviando una misión de seis oficiales y seis suboficiales que montaron un hospital dotado de quirófano y salas de curas, medicina y pediatría.

—El cariño de los vietnamitas fue tal que llegaron a bautizar un puente que cruzaba uno de los brazos del Mekong con el nombre de «Puente de España» –afirmó el conferenciante.

La mención a Arturo Muñoz Castellanos era obligatoria en una conferencia como esta. Fue el primer casco azul español muerto en operaciones de paz, en 1993, cuando tenía 28 años, alcanzado por una granada de mortero mientras llevaba sangre a un hospital bosnio. También señaló Santos el primer servicio de telemedicina en España, en el año 1996, una videoconferencia satélite entre el hospital militar Gómez Ulla y el centro médico desplegado en Móstar (Bosnia-Herzegovina), lo que permitió dar un salto de gigante en el desarrollo de la sanidad militar.

Los conflictos del siglo XX, el Centro Militar de Farmacia de la Defensa y la Operación Balmis, que fue la respuesta de las FF.AA. ante la pandemia de 2020, fueron los últimos temas abordados por Santiago Santos, que redondeó su intervención mencionando a las damas de la sanidad militar, con especial referencia a Rosario Vázquez, enfermera del Tercio y veterana de las campañas del Rif, y a las enfermeras de la División Azul.

Primitivo Fajardo (10-10-2024)

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