CORONEL ILMO. SR. D. LEOPOLDO SARO MARÍN
Antes de alcanzar el grado de General, D. Leopoldo Saro Marín, al ser ascendido en 1918 a coronel, tomó posesión del mando del Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey con sede en Madrid.
Dos años después, en el acuartelamiento de ese histórico Regimiento, el Coronel Saro, como Jefe del Regimiento, tomó juramento de fidelidad a la Bandera de España al Príncipe de Asturias Don Alfonso de Borbónh. El Coronel Saro, tras esa importante ceremonia, acompañó a Su Majestad el Rey Don Alfonso XIII a la Academia de Infantería de Toledo para depositar en su Museo la antigua bandera del Regimiento Inmemorial. En prueba de gratitud fue nombrado gentilhombre de cámara del Rey.
En 1921, un mes después del desastre de Annual, el coronel Saro se trasladó a Melilla
al mando de un batallón de su Regimiento Inmemorial, encuadrado en las columnas que mandaban los generales Cabanellas y Sanjurjo, desembarcando con sus soldados en la zona de la Restinga y conquistando posteriormente Nador. En el mes de octubre tomó el mando de una media Brigada que se distinguió en la ocupación a la bayoneta calada de Sebt. Con sus tropas Saro recuperó para España, el Gurugú, Zeluán, Monte Arruit y Taxuda.
El Coronel Saro había combatido en la Guerra de Cuba a finales del siglo XIX y posteriormente en la Guerra que España mantenía en el norte de África en el año 1909 y posteriores, participando en la acción del barranco de Lobo, al mando de una compañía con la que consiguió replegarse en perfecto orden. Tomó parte también en el famoso combate de Taxdirt, por el que se le concedió Mención Honorífica, Hidum, ocupación de Nador y de la alcazaba de Zeluán, siendo por ello ascendido a comandante por méritos de guerra.
En 1922 ascendió a general de Brigada ocupando el mando de la 1ª Brigada de la 1ª División.
El día 8 de septiembre de 1925 se llevó a cabo el conocido como Desembarco de Alhucemas, en el que participaron, como fuerzas de desembarco, dos Brigadas compuestas por seis batallones de Infantería, dos Banderas de la Legión, varios Tabores de Regulares y la Mehala Jalifiana, así como tres baterías de Artillería, unidades de Ingenieros, Sanidad e Intendencia. Una de las Brigadas estuvo mandada por el General Leopoldo Saro y Marín y otra con el General Fernández Pérez a la cabeza.
Por su destacada actuación en esa operación mereció el general Saro ser ascendido a general de división en el mes de octubre de ese año 1925, puesto que sus tropas ampliaron, a fuerza de sangre y valor la base de desembarco, ocupando el macizo de Yebel Malmusi y el Monte de las Palomas tras durísimos combates.
En 1926 el Rey Alfonso XIII le concedió al General Saro el título nobiliario de Conde de la Playa de Ixdain por su magnífica actuación en el desembarco de Alhucemas, una acción bélica que sentaría un precedente y que sería estudiada en profundidad y copiada a gran escala en la Segunda Guerra Mundial por el General Eisenhower, jefe supremo del mando aliado, en el desembarco en las costas francesas de Normandía el 6 de junio de 1944.
Al margen de su carrera militar, promovió numerosas actividades para el desarrollo social, cultural y económico de la provincia de Jaén a la que estaba unido por lazos familiares. Destacan la construcción del ferrocarril Baeza-Utiel y la Comunidad de Regantes del Canal de Jandulilla, así como en Úbeda, la biblioteca municipal, varios grupos escolares, el Parador de Turismo, la reconstrucción de la Casa de las Torres, la Escuela de Artes y Oficios y el Teatro Ideal Cinema
En agosto de 1936, cuando el General Saro contaba 58 años de edad y se encontraba en su casa de Madrid, a donde había llegado procedente de Úbeda para asistir en el mes de julio al sepelio del líder del Bloque Nacional José Calvo Sotelo, asesinado el día 13 de ese mismo mes, un grupo de milicianos entró violentamente en la casa, procediendo a su detención por el único delito de ser miembro de la familia castrense, pues el general, al tener fijada su residencia en Úbeda, se había mantenido al margen de los preparativos y posterior alzamiento militar de las tropas acantonadas en los cuarteles madrileños y en el cuartel de la Montaña.
El día 19 de agosto de 1936 el general Saro fue conducido a la cárcel de donde sería sacado para ser enviado al paredón de fusilamiento sin ningún tipo de juicio.
Ante el aspecto desaliñado que presentaban los componentes del pelotón de fusilamiento, el General Saro solicitó al oficial de mayor rango que mandaba el piquete de ejecución, la presencia de un general. El oficial contestó que no se podía cumplir su deseo a lo que Leopoldo Saro replicó «Entonces yo, que soy general del Ejército Español, os ordeno que os uniforméis de forma reglamentaria como yo estoy uniformado, para proceder a mi fusilamiento». Saro consiguió que aquella tropa se uniformara y haciendo gala de un alarde de dignidad se encaminó directo al paredón, rechazando una venda que le ofrecieron e indicando a sus verdugos que iba a morir mirándolos a los ojos y que su último deseo era, como mando de mayor rango presente, dar la orden de fuego. El oficial al mando de aquella partida le respondió entonces: «Excelencia, usted no puede dar la orden de su propia muerte». Seguidamente, sin atender la demanda del general, quien mandaba el pelotón dio la orden y una descarga de fusilería acabó con la vida del general Leopoldo Saro, que había dado, con su ejemplo, una lección de valor, patriotismo y espíritu castrense.
Así acabó la vida ejemplar de un soldado ejemplar: uno de los héroes del memorable desembarco de Alhucemas, el General Leopoldo Saro y Marín y que dieciocho años antes, como coronel, había mandado el Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey.
Gerardo Hernández Rodríguez